Las Coatlicues y el Proceso de las Faldas de Serpiente

Antonieta Mercado y Alejandra Castañeda

 

La falda de Coatlicue fue un proyecto que surgió en varias etapas. En 2015, la señora María de Jesús Anaya, que era mamá de Antonieta y ella visitaron el monolito de Coatlicue en el Museo de Antropología de la Ciudad de México. Después del fallecimiento de su mamá en abril de 2021, Antonieta pasó varios meses viendo unas fotos que le tomó con diferentes representaciones de Coatlicue en el museo. Ese mismo año, en San Diego, Antonieta asistió varias veces a la exhibición de la gran artista Yolanda López, cuyas pinturas la conmovieron profundamente y reflejaron su historia personal. Los cuadros de Yolanda, en los que corre por el campus de UCSD le recordaron su experiencia de estudiar un doctorado allí, mismo que terminó en 2011. Pero en particular, el tríptico de la Virgen de Guadalupe, donde Yolanda se representa a sí misma como corredora, a su madre cosiendo en una máquina y a su abuela con el halo de la virgen, todas con una figura de serpiente representando también a Coatlicue; hicieron que Antonieta pensara en su mamá, quien cosía ropa para ganarse la vida. En sus cuadros, Yolanda quería que las mujeres comunes tuvieran la misma dignidad que se otorgaba a la imagen de la Virgen de Guadalupe, quien es la representación femenina más importante en México. Como todos los mexicanos sabemos, la representación de la virgen de Guadalupe también se refiere a la figura de Tonantzin, o “nuestra madre” de la misma forma que Coatlicue lo fue para nuestros ancestros hasta que los conquistadores europeos reemplazaron las representaciones de Tonantzin por las de la Virgen de Guadalupe.

 

Aquello resonó en Antonieta, ya que su mamá también trabajó cosiendo desde casa para mantener a su familia. Durante la pandemia, Antonieta cosió cubrebocas en una máquina de coser que su madre le ayudó a comprar hace más de veinte años mientras la visitaba en San Diego desde México. Después de su fallecimiento y la impactante exhibición de Yolanda López, quien también falleció un mes antes de su exhibición en 2021; al ver la máquina de coser en su casa, Antonieta pensó en crear una falda en honor a su mamá, como una forma de expresar su dignidad y legado, ya que ella le enseñó el oficio de la costura, así como muchas otras habilidades importantes para la vida.

 

Antonieta y Alejandra han sido amigas desde hace más de veinte años, y Antonieta la invitó a unirse al proyecto y entre las dos imaginaron lo impactante que sería poder ponerse esas faldas que ya construían en su imaginación.  Como buena Antropóloga Cultural entrenada en la Escuela Nacional de Antropología e Historia en México y en UC Santa Cruz, Alejandra utilizó un viaje que hizo a la Ciudad de México ese verano para ir a ver a la Coatlicue en persona y trajo una imagen que adquirió en la tienda del museo. Alejandra trajo consigo la experiencia de ver el monolito de la Coatlicue con los ojos de la creatividad, y comunicarle esto a Antonieta las hizo empezar a crear las faldas.

 

Antonieta y Alejandra pasaron todo el verano del 2022 dedicadas a idear y confeccionar las faldas, usando la imagen y la experiencia antropológica de Alejandra como inspiración, pero no las terminaron hasta el verano del 2023, ya que las dos trabajan como profesoras durante el año escolar. Experimentaron con distintos diseños, creando serpientes rellenas y curvadas que al final no sirvieron, cortando y combinando diferentes telas. Notaron que las serpientes de Coatlicue estaban entrelazadas como en un petate, así que pusieron manos a la obra y las víboras que habían cosido en la máquina se transformaron en un entrelazado similar al del petate. Así también la Coatlicue, que muchas narrativas colonizadas han caracterizado como una figura monstruosa, comenzó a tomar su digna y maternal forma en esas prendas. Fue un proceso de creación en el que pusieron todo su corazón y esfuerzo. Poco a poco, la primera falda tomó forma y posteriormente hicieron la segunda. Al ponerse las faldas, Antonieta y Alejandra sintieron un profundo orgullo y empoderamiento. Representaba meses de trabajo y también de consolidación de su amistad de años en un proyecto de creación; habían re-creado a Coatlicue como la imagen materna que las conectaba y las hacía celebrarse una a la otra como mujeres de la tierra. Así surgieron las faldas y así nació su amor por este proyecto de las Coatlicues.  Cuando Antonieta y Alejandra se pusieron sus faldas y caminaron por Chicano Park y El Barrio Logan durante las celebraciones de Día de Muertos en octubre pasado, sintieron un gran orgullo de haber llevado a cabo su creación. Alejandra lo expresó en el siguiente poema que escribió dedicado a Coatlicue:

 

Coatlicue cuida su casa con amor,

con furia,

con tristeza,

con la certeza de su saber profundo,

destinado a enraizarse

en las primeras capas de la tierra

y a brotar con toda la fuerza de la vida.

 

Este es el proceso de elaboración de las faldas.

Our skirts were selected for an exhibition called Tradiciones Invisibles/Invisible Traditions for the International Women’s Day. The skirts were shown from March to May at The Front in San Ysidro.